Lean, Agile y Mindful

Lean manufacturing. Producción sin desperdicios. Agile methodology. Metodología ágil. Mindfulness. Atención plena.

¿Será casualidad que estamos viviendo en tiempos de revolución? Una revolución en el sentido de cambio de paradigma. Una revolución en el sentido de cambiar cómo hacemos las cosas en lugar de qué hacemos. Una revolución en el sentido de un cambio de cultura y actitud.

Tal vez hayamos avanzado todo lo posible con el enfoque reduccionista de dividir los problemas en sub-problemas para los cuales buscamos una solución. Esta manera de proceder nos lleva a la especialización, la planificación y medición meticulosa – técnicas que se han demostrado muy eficaces para determinados problemas. Sin embargo, la incertidumbre, la ambigüedad, un entorno en un estado de cambio continuo y la inter-conectividad de las cosas dan lugar a un nivel de complejidad que no se presta bien al enfoque de silos o compartimentos estancos.

Tendemos a enfatizar el aspecto reduccionista del método científico. Sin embargo, hay un elemento crucial del método científico que parece haberse perdido en la traducción a aplicaciones industriales la práctica de experimentar. Para realizar un experimento, primero empezamos formulando una hipótesis y luego diseñamos una prueba controlada de dicha hipótesis, los resultados de la cual nos proporcionarán una información útil (con independencia de que la prueba haya sido un “éxito” o “fracaso”). Es este espíritu el que subyace en la producción sin desperdicios (Lean manufacturing), la gestión ágil (Agile management) y la práctica de Mindfulness o atención plena.

Agile

Quizás la mejor manera de encapsular la metodología ágil es con el lema “Fracasa rápido y a menudo”. Puede parecer algo contra-intuitivo, pero incorpora de manera explícita el hecho de que las cosas no son ciertas y están cambiando constantemente. Es conveniente “fracasar” lo antes posible para poder aprender rápidamente cómo adaptarse mejor a un entorno cambiante. De este modo, cada fracaso es una oportunidad de aprendizaje así que, cuanto más fracasas, más aprendes. El foco pasa de medir cuán lejos estamos de nuestra meta a monitorizar y retroalimentar el proceso en sí.

Lean

Si el propósito de la  gestión ágil es reducir el tiempo, la producción “lean” trata de reducir desperdicios. Se crean Minimal Viable Productos (productos viables mínimos) para comprobar hipótesis de manera controlada, a la vez que se asigna la menor cantidad de recursos posible.

& Mindful

Es fácil hablar del fracaso como una oportunidad de aprendizaje, o de comercializar productos viables mínimos de tan baja calidad que darían vergüenza a la mayoría de los CEOs, pero ¿cómo se trabaja de esta forma en la práctica? Si tienes la suerte de acabar en un departamento donde esta manera de pensar forma parte de la cultura, puede que sea simplemente una cuestión de dejarte llevar. Pero ¿y si tienes que ser participe de un cambio cultural para alinear la empresa con estas metodologías? Como seres humanos, tenemos una tendencia innata a aferrarnos a las cosas que nos gustan y a evitar las cosas que no nos gustan. En un entorno sencillo compuesto de depredadores y presas, la evolución ha demostrado que este comportamiento funciona bastante bien. En un entorno más complejo, este comportamiento tiende a hacer que nos apeguemos demasiado a nuestras propias ideas y expectativas e ignoremos todas las evidencias en contra. En otras palabras, por naturaleza somos científicos bastante malos.

La práctica de Mindfulness es un entrenamiento de atención y consciencia bajo condiciones sencillas y con cualidades particulares que se pueden aplicar a situaciones mucho más complejas. Las cualidades que entrenamos son las de curiosidad, apertura e imparcialidad. Simplemente prestamos atención a nuestra experiencia (sensaciones, sentimientos y pensamientos) tal como es y a cómo cambia de un momento a otro. Desde luego, si nos damos cuenta de que la mente ha divagado, no se considera un fracaso: en cuanto notamos que esto ha sucedido, tenemos la posibilidad de traer de nuevo nuestra atención al objeto de foco y es este movimiento en sí el que propicia que nuestros cerebros aprendan a ser más “mindful”.

Si practicamos Mindfulness con regularidad, podemos aprender a tener consciencia de muchas más cosas que están ocurriendo a nuestro alrededor, incluyendo las cosas que no nos gustan y nuestra propia tendencia de aferrarnos a nuestras ideas preconcebidas. Como consecuencia, es más fácil tomar decisiones racionales con calma basadas en información sin sesgos. Además, esta forma de ser es contagiosa: si estamos más abiertos a las ideas de los demás, ellos tienden a estar más abiertos a las nuestras.

Mindfulness también nos permite ser conscientes de la energía mental que malgastamos en desear que las cosas sean diferentes a como realmente son. Cuanto antes seamos capaces de soltar una idea que no funciona, antes vendrá una nueva para ocupar su lugar.

“Para llegar de A a B, primero tienes que empezar en A.”

Existe un malentendido común sobre la práctica de Mindfulness. No se trata de “no hacer nada” o de “vaciar la mente”. Es perfectamente posible hacer cosas con atención plena. En lugar de poner el foco en dónde quieres llegar, te centras en lo que estás haciendo ahora mismo y el efecto que esto tiene en el conjunto.

Mindfulness nos puede ayudar a abarcar nuestros proyectos y a abordar el día a día de manera Lean y Agile.

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