A medida que se acerca la Nochevieja, solemos reflexionar sobre nuestros propósitos para el año nuevo. En realidad, un año es una medida de tiempo arbitraria – es el tiempo que tarda nuestro planeta en dar una vuelta entera alrededor del sol ¿Por qué no preguntarnos cuáles son nuestros propósitos para la semana que viene, para hoy o, incluso, para este momento, ahora?
Para cumplir con cualquier propósito – por ejemplo, el de comer de manera más sana, beber menos alcohol o pasar más tiempo de calidad con la familia, etc – es imprescindible tener esa intención en el momento presente. Si ya comiste esa tarta de queso, lamentar haberlo hecho no va a conseguir nada. El arte de estar presente es algo que podemos entrenar practicando Mindfulness. La práctica de Mindfulness es sencillamente la de tener el propósito, para este momento, de estar presente. No hace falta esperar un año: cada momento es una oportunidad de empezar de nuevo. Esto no quiere decir que nos olvidemos de todo lo que ha pasado antes, del mismo modo que difícilmente vamos a cumplir con nuestros propósitos para el año nuevo – o para la vida – si no tenemos consciencia de los antecedentes.
No podemos cambiar lo que ya ha pasado, pero sí podemos cambiar nuestra relación con ello o cómo nos afecta. Un aspecto muy importante de la práctica de Mindfulness es la cualidad de atención que prestemos al momento presente. En particular, entrenamos la capacidad de reconocer juicios y de no quedarnos atrapados en ellos. Así evitamos entrar en un bucle de recriminaciones que no hace nada más que distraernos de nuestro propósito.
¿A qué esperas entonces? En lugar de pensar en un propósito para el año nuevo, ¿por qué no tener el propósito de estar plenamente presente en este momento? Tal vez, así, se te aclaren tus propósitos para la vida.
Habiendo dicho esto…
!Feliz año nuevo!