Si queremos cambiar un comportamiento o un hábito, cabe la posibilidad de que nuestros intentos de cambiarlo también formen parte del mismo hábito. Así que, si no hemos conseguido cambiarlo hasta ahora, tal vez sea el momento de probar algo nuevo… Pero ¿qué?
Está bien no saber
Tendemos a saltar directamente a la acción porque sabemos que sólo podemos cambiar las cosas si hacemos algo. Sin embargo, vale la pena reflexionar si este impulso de actuar debe ser llevado a cabo. A veces, nuestra aversión a la incomodidad que nos produce el no saber qué hacer es lo que nos impulsa a actuar. Precisamente, si no sabemos qué hacer, no es el mejor plan hacer algo sólo por hacer algo. Si practicamos Mindfulness, podemos aprender a reconocer las sensaciones desagradables provocadas por la incertidumbre y a permanecer un rato con ellas mientras decidimos qué hacer.
La sabiduría que todos llevamos dentro
En numerosas ocasiones, me han sorprendido las ideas alternativas que me han venido a la mente cuando he parado lo suficiente para abandonar mi forma habitual de responder ante una situación. He aprendido a confiar en mi sabiduría innata (a veces llamada sentido común). Todos llevamos esa sabiduría dentro, pero hay que aprender a escucharla y confiar. Lo puedes probar por ti mismo/a, lo único que hace falta es darse cuenta de la posibilidad de hacerlo en el momento presente, que es el único momento en que se puede tomar una decisión.
Viajando en el tiempo
No hace falta inventar una máquina del tiempo porque todos ya tenemos una: la mente. Es capaz de revivir eventos del pasado y de anticipar acontecimientos del futuro. Si hay algo de nuestro propio comportamiento que no nos guste, corremos el riesgo de entrar en un círculo vicioso. Lamentamos haber hecho algo “mal”, esto produce una sensación desagradable que hace que queramos evitar el momento presente y viajar en el tiempo. Si viajamos al pasado, damos vueltas sobre lo que ya hicimos (que ya no podemos cambiar) y, si viajamos al futuro, nos pre-ocupamos de lo que va a pasar o nos distraemos con fantasías sobre cómo nos gustaría que fuera. Es decir, viajar en el tiempo puede convertirse en otro hábito. La práctica de Mindfulness nos ayuda a reconocer estos patrones de comportamiento cuando suceden y a retornar al momento presente. El objetivo no es evitar que pensemos en el pasado o sobre el futuro, sino darnos cuenta de cuándo lo estamos haciendo, para decidir si realmente nos conviene hacerlo en este momento.
La ruta más corta no siempre es una línea recta
A veces, lo que obstaculiza un cambio es la resistencia que produce tener que alejarnos de nuestro objetivo antes de acercarnos a él. Por ejemplo, nos apuntamos a un curso de 8 semanas de Mindfulness porque queremos sentirnos mejor. Pero primero tenemos que entender en profundidad cómo estamos ahora. Esto requiere que nos abramos a incluso las cosas que no nos gustan o que nos hacen sentir mal. Si estamos dispuestos a sentirnos un poco peor antes de experimentar una mejora, por lo menos no añadimos resistencia a la experiencia y puede que no sea tan mala como tememos. Como en la vida real, el truco es ver los “obstáculos” cómo parte del proceso de cambio. Prestamos atención al viaje y no sólo al destino.
Ten cuidado con lo que deseas
¿Cuál es tu propósito más profundo? Por ejemplo, una persona puede pensar que quiere perder peso, pero ¿es realmente eso lo que quiere? ¿O quiere sentirse mejor en relación con su cuerpo y la comida? Dependiendo del caso, las medidas a tomar pueden ser unas u otras. El peligro de aferrarnos demasiado a nuestro objetivo es que nos desviemos de nuestro propósito más profundo sin darnos cuenta. ¿Cómo podemos saber cuándo esto ocurre? Admitirlo requiere el mismo coraje que empleamos cuando practicamos Mindfulness para abrirnos a todo lo que pasa en nuestro cuerpo, mente y corazón. En la primera clase de Mindfulness, hacemos una práctica para descubrir “qué te ha traído aquí”. Las primeras respuestas que surgen suelen ser intelectuales (por ejemplo, “mi mujer me ha dicho que me vendría bien”) pero, si dejamos espacio, emergen otras respuestas más profundas.
Cambio consciente
Empezamos el curso de Mindfulness entrenando la capacidad de prestar atención al momento presente. Como tendemos a estar condicionados a saltar a la acción, a veces conviene recordar que “no hay nada que conseguir, nada que hacer” mientras estamos practicando. Pero, si hemos venido a cambiar algo, ¿cómo puede ayudarnos no hacer nada? El objetivo de la práctica de Mindfulness no es “no hacer nada” durante un rato para luego volver a nuestras vidas caóticas. Mindfulness no es una especie de momento de “relax”. La idea es poder llevar Mindfulness a nuestro día a día, es decir, a todo lo que hacemos. En la séptima clase del curso de Mindfulness, ya tenemos suficientemente entrenada esta capacidad y exploramos cómo actuar de una manera más consciente. Una vez que hayamos investigado con apertura nuestros pensamientos, sentidos y emociones, nos podemos hacer la pregunta:
¿Qué es lo que más me conviene hacer en este momento?