Una comida con amigos un domingo, los adultos en una mesa hablando del trabajo, la política, el fútbol, y los niños en otra mesa… jugando y chateando con sus teléfonos móviles. Es un escenario cada vez más familiar y menos de familia. ¿Cómo podemos ayudar a nuestros niños a conectar con el mundo real, en lugar del mundo virtual?
Practica lo que prediques
La mejor manera de mostrar a nuestros hijos todo lo que puede pasar desapercibido si no prestan atención, es estar nosotros presentes con ellos. Si les preguntamos “¿Qué tal en el cole hoy?” y no prestamos una atención genuinamente interesada a la respuesta, no nos tiene que sorprender si ésta se convierte en un sonido monosilábico.
Si llevamos todo el día esperando que llegue el momento para estar con nuestros hijos, ¿por qué nos puede resultar difícil realmente estar con ellos? Gran parte de la culpa la tiene el “piloto automático”. El piloto automático es muy útil y nos permite hacer cosas como hablar y andar sin tener que prestar atención a todos los pequeños movimientos que hacen nuestros músculos. Pero, si alguna vez has terminado una comida sin haberla realmente disfrutado, sabrás que el piloto automático se enciende cuando ya hemos visto esta “película” y no hace falta verla de nuevo. Muchas “películas” valen la pena verlas una y otra vez, como la de nuestros hijos. Si practicamos Mindfulness con regularidad, estamos desarrollando la habilidad de darnos cuenta de cuando está encendido el piloto automático. Esto es suficiente para tener la capacidad de apagarlo. Aunque el día en el colegio nos puede parecer muy rutinario, para nuestros hijos no tiene porqué serlo. Podemos experimentar y reforzar la novedad de la experiencia a través de cómo nos la cuentan y cómo les escuchamos.
Gestión de emociones y estrés
Si gritamos “¡Tranquilo!”, transmitimos un mensaje mixto: decimos una cosa con la voz y otra cosa con nuestra actitud. ¿Cómo podemos enseñar a un niño a tranquilizarse?
Los niños, como todas las personas, tienen que descubrir por si mismo/a cómo mejor gestionar las emociones. La práctica de Mindfulness ofrece la posibilidad de experimentar en primera persona otra manera de lidiar con las emociones. Para niños agobiados, nerviosos o propensos a brotes de frustración, Mindfulness les puede ayudar a estar más calmados y menos reactivos.
Ahora estamos en la época de los exámenes. Me imagino que será por eso que, últimamente, mucha gente me ha estado preguntando por cursos de Mindfulness para niños. Hay estudios que indican que Mindfulness puede ayudar a apaciguar el estrés asociado con los exámenes e incluso influir positivamente a las notas obtenidas. Por estos motivos, se están introduciendo programas de Mindfulness en muchos colegios. Si todavía no ha llegado al colegio de tus hijos, siempre se lo puedes proponer.
Mindfulness a través de las edades
Mindfulness es una habilidad innata del ser humano pero, como todo, queda olvidada si no la usamos. Sin darnos cuenta, automatizamos cada vez más elementos de nuestra experiencia a medida que se repiten y acumulamos “capas de polvo” que tapan esta habilidad. Por lo tanto, es posible que sea más fácil para los jóvenes incorporar Mindfulness de forma natural en su día a día, mientras que los mayores probablemente necesitemos apoyarnos más en la práctica formal. En este sentido, si encontramos una manera de motivar a nuestros hijos a practicar Mindfulness desde una edad temprana, es posible que esas capas de polvo no se les acaben pegando. Sin embargo, si la motivación no viene de ellos mismos, es contraproducente obligarles a hacerlo.
Antes de meter a nuestros hijos en un curso de Mindfulness, tal vez sea una buena idea practicarlo nosotros primero: el arte de estar presente es algo curiosamente contagioso. Tal vez, los niños no necesiten tanto practicarlo formalmente en condiciones sencillas y artificiales, y podamos ayudarles a aplicarlo directamente en su vida cotidiana.