Me pregunto por qué, en todas las clases, cursos y retiros de Mindfulness que he dado o recibido, la proporción de hombres frente a mujeres ha sido tan sólo del 20%-25% aproximadamente*. Para explicarlo, podemos recurrir a estereotipos anticuados de hombres del estilo de John Wayne que no quieren demostrar una “debilidad” revelando sus emociones… Sin embargo, creo que los beneficios que obtienen las mujeres por practicar Mindfulness son igualmente – sino más – valiosos para los hombres. Al fin y al cabo, tanto las mujeres como los hombres tenemos la misma condición humana. ¿Puede que sea simplemente una cuestión de convenciones sociales o hay una razón más profunda?
* Con la excepción de las clases que doy en un banco, dónde partimos de una población sesgada hacia hombres.
¿La mente masculina es igual que la mente femenina?
Por razones poco loables, la investigación científica sobre la mente femenina ha sido poco rigurosa hasta hace relativamente poco. Sin embargo, existen estudios que demuestran diferencias innegables entre la manera de pensar de los hombres y de las mujeres (en la media).
Simon Baron-Cohen (psicólogo clínico y primo de Sacha Baron-Cohen, conocido como Ali G) ha estudiado casos de autismo, que ocurren con mucha más frecuencia en la población masculina. Según su teoría, las diferencias entre la mente masculina – que tiende a sistematizar – y la mente femenina – que tiende a empatizar – son debidas a variaciones en niveles de testosterona presente durante la formación del cerebro del bebé en el útero. Personas con autismo, entonces, tienen un cerebro masculino extremo. Me parece interesante imaginar cómo sería una persona con un cerebro femenino extremo.
Sistematizar versus empatizar
Hay tareas para las cuales la habilidad de sistematizar es clave (por ejemplo, para construir un puente), del mismo modo que las hay que requieren la capacidad de empatizar (por ejemplo, para motivar un equipo).
Sistematizar tiene mucho que ver con el “modo hacer” en el que buscamos una solución a un problema, medimos cuán lejos estamos de dónde queramos estar e iteramos hasta conseguir nuestra meta. Como funciona tan bien para ciertas tareas, lo solemos aplicar a todos nuestros problemas por defecto, pero no suele resultar eficaz para gestionar temas emocionales. Si queremos estar calmados, por ejemplo, tan sólo la pregunta “¿Por qué estoy tenso/a?” trae a la mente todas los posibles motivos de tensión. Si la causa de la tensión no es obvia o no podemos hacer nada para cambiarla, se podría desencadenar un proceso mental que nos haga sentir aún más estresados.
Para problemas que no tienen ninguna solución evidente o tangible, es mejor adquirir más información en lugar de luchar en vano. Una alternativa al modo hacer es el modo ser. Se trata tan sencillamente de tener consciencia de todo lo que ocurre en nuestra experiencia – esto es, información – sea de nuestro agrado o no. La práctica de Mindfulness nos ayuda a potenciar este modo y a darnos cuenta de cuando estamos gastando energía en una lucha no fructífera.
Mindfulness agudiza la capacidad de saber en cuál de los modos “ser” o “hacer” estamos en cada momento.Todo esto no viene a decir que el modo ser sea mejor que el modo de hacer, sino que mantener un equilibrio entre los dos es importante. Mindfulness agudiza la capacidad de saber en cuál de los modos “ser” o “hacer” estamos en cada momento. Una vez que lo sabemos, podemos decidir mejor cómo proceder y discernir entre los procesos mentales que ayudan a la solución del problema en y aquellos que lo dificultan. La sociedad en que vivimos nos impulsa a sobreentrenar el modo hacer, seamos hombres o mujeres, y hay cada vez más una necesidad de recuperar el uso del modo ser.
Es posible sistematizar en el modo ser, del mismo modo que es posible empatizar en el modo hacer. También es cierto que hay mujeres que sistematizan más que muchos hombres y hombres que empatizan más que muchas mujeres. Estos casos aparte, es posible que los hombres necesitemos practicar Mindfulness aún más que las mujeres para compensar nuestra tendencia de tener el modo hacer constantemente activado.
Desafortunadamente, las personas que apenas usan el modo ser tampoco tienen conciencia de su existencia, ni de sus ventajas. Tal vez ésta sea la razón por la qué asisten tan pocos hombres a clases de Mindfulness. Si es así, la solución es fácil: ¡pruébalo! Lo peor que puede pasar es que sea una “pérdida de tiempo“.