Cuando pensamos en entrenar la atención, tendemos a pensar en mejorar la concentración. La capacidad de concentrarnos está relacionada con el estrés. Si estamos muy estresados, nos puede resultar difícil dirigir la atención y mantenerla enfocada en un solo objeto. Por otro lado, si nos concentramos en las sensaciones de la respiración en el abdomen, por ejemplo, es posible que nos sintamos más relajados. Eso es bueno, ¿no?
¿Desconectar o conectar?
Después de una práctica de Mindfulness de la respiración, muchas personas comentan que han conseguido “desconectarse”. Lo malo de desconectarnos de nuestros problemas es que, tarde o temprano, vuelven. Si bien puede ser beneficioso “escaparnos” de nuestros problemas de vez en cuando, ya existen muchas maneras de conseguirlo — leer un libro, ver una película, hablar con un amigo, ir a correr — ¿por qué practicar Mindfulness? El propósito de Mindfulness va más allá de producir un alivio temporal. Los beneficios de la práctica pueden persistir mucho tiempo después de que ésta termine porque, aunque no podamos cambiar algo, sí podemos cambiar cómo nos afecta. Sin embargo, antes de poder efectuar este cambio, tenemos que tener conciencia de lo que nos está afectando. Cuando practicamos Mindfulness, pretendemos conectar con todo lo que surge en nuestra experiencia, sea de nuestro agrado o no. Mindfulness es lo opuesto de la desconexión.
Te invito a hacer un experimento. Durante un minuto, cierra los ojos y centra la atención en las sensaciones físicas asociadas con el flujo de la respiración en el abdomen.
¿Qué tal la experiencia? ¿Fuiste capaz de mantener la atención fija todo el tiempo? Si no, no te fustigues. La mente humana tiende siempre a divagar (incluso lo hace la mente del dalái lama). Podemos comparar nuestra mente con un cachorrito jugetón que salta de un lado a otro sin parar. ¿Es mejor domesticarlo con un palo o con amabilidad? Como cualquier habilidad que queramos entrenar, cómo lo hacemos es más importante que qué hacemos. Las cualidades de la atención que cultivamos con la práctica de Mindfulness son de apertura hacia nuestra experiencia y de curiosidad. Si intentamos cambiar, ignorar o censurar las cosas que no nos gustan de nuestra experiencia con la fuerza de nuestros pensamientos, sólo nos engañamos a nosotros mismos. La tendencia que tiene la atención de saltar de un objeto a otro, también forma una parte de nuestra experiencia y no es productivo intentar cambiarla.
¿Alguna vez has estado leyendo un libro cuando te has dado cuenta de que no te has enterado de nada de los últimos párrafos? El propósito de practicar Mindfulness no es evitar que la mente se distraiga; es darnos cuenta cuando lo hace. En cuanto nos damos cuenta de que se nos ha ido la atención, tenemos la posibilidad de dirigirla de nuevo al objeto de foco. Tal cómo un músculo se fortalece cada vez que levantamos un peso, nuestra capacidad de darnos cuenta se mejora cada vez que lo hacemos. Así podemos absorber el contenido de un libro aburrido sin tener que gastar mucha energía mental.
La capacidad de concentrar nuestra atención en un solo objeto es muy útil para ciertas tareas y también nos puede ayudar a estabilizar la mente aún en situaciones complejas o difíciles. Sin embargo, si siempre dirigimos la atención a objetos de nuestra elección, perdemos conciencia de los aspectos de nuestra experiencia que están “fuera del radar”. Por ejemplo, no recomendaría concentrar la atención en sólo la respiración mientras cruzas una calle, porque puede que no te percate del coche antes de que te atropelle. Con la práctica de Mindfulness podemos desarrollar una conciencia amplia de todo lo que está ocurriendo en nuestra experiencia, incluyendo los movimientos de nuestra atención (la “meta-atención“). A veces es bueno dejar que el cachorrito juegue.
Durante las primeras 4 semanas de los cursos de MBCT (Mindfulness Based Cognitive Therapy) se entrena más la capacidad de concentración de la atención en un sólo objeto. Esto sirve de base para las siguientes 4 semanas, en las que se entrena la meta-atención, cuando permitimos que el foco de la atención sea más amplio o que se mueva libremente. En la vida cotidiana, este tipo de conciencia nos permite conocer qué está pasando sin perder energía en luchar contra las cosas que no nos gustan y que no podemos cambiar.
“Mindfulness es la conciencia que aparece al prestar deliberadamente atención, en el momento presente y sin juzgar, observando cómo se despliega la experiencia momento a momento.”
– Jon Kabat-Zinn