Normalmente preguntamos “¿A dónde vas de vacaciones?” pero es una buena reflexión preguntarnos de dónde vamos de vacaciones. Si vamos de vacaciones de la oficina, más nos vale que la dejemos en la puerta de embarque.
¿Estás deseando que llegue ese momento de activar el “asistente fuera de la oficina”?
“Voy a estar fuera de la oficina…
…pero si es algo urgente, puedes contactar conmigo en …”
¿Realmente te atreves a no mirar al teléfono durante unas semanas? Durante mucho tiempo pensé que yo no “pecaba” de mirar mis emails de manera obsesiva, hasta que, una vez, decidí apagar el móvil por completo durante tan sólo una semana. Dejé un número de teléfono fijo a mis compañeros y les dije que, si surgía cualquier cosa que no pudiera esperar a mi vuelta, me llamaran. El caso es que no me llamaron, pero cada vez que sonaba el teléfono fijo, yo notaba una cierta ansiedad. Incluso sentía ansiedad cuando no sonaba: “¿Y si han perdido el número?”. En algunas ocasiones surgía una duda trivial – por ejemplo, “¿Cómo se llama ese actor que …” – y me asombraba encontrar mi mano metida en mi bolsillo buscando el teléfono, sin haberme dado cuenta de haberlo hecho.
Otros embarques de vacaciones populares
Podemos plantearnos irnos de vacaciones del Wifi. En AirBnB puedes buscar apartamentos que no tienen Wifi. O podemos simplemente irnos de vacaciones de pensar las mismas cosas de la misma manera. Los pensamientos repetitivos se alimentan a sí mismos y un cambio de aires puede servir como una distracción que ayude a romper el ciclo. Pero si nos vamos de vacaciones de nosotros mismos, escapando de esa parte de nuestra realidad que no nos gusta, es probable que no nos sintamos recuperados y energizados a la vuelta.
Más importante aún que a dónde o de dónde vamos de vacaciones es con qué actitud vamos. Si tenemos muchas expectativas, nuestros deseos de que las cosas sean de una determinada manera pueden ser un obstáculo para nuestro disfrute. Si las anticipamos demasiado, podemos experimentar el efecto fin de semana: el viernes estamos pensando en el fin de semana, pero el domingo ya estamos pensando en todo lo que tenemos que hacer el lunes. Claramente tenemos la intención de estar en el momento cuando estamos de vacaciones. Como intentamos que las vacaciones sean lo más agradables posible, debería ser más fácil estar presente que cuando estamos trabajando.
La red neuronal por defecto
Resulta que, cuando no tenemos nada que hacer, nuestros cerebros entran en el modo por defecto. Empezamos a elaborar planes a futuro, a recordar eventos del pasado y a intentar solucionar problemas ajenos al momento presente. Estos pensamientos pueden llegar a ser preocupaciones, lamentaciones y frustraciones que nos distraen del momento maravilloso en el que estamos. Una estrategia para evitarlo es mantenernos tan ocupados como solemos estar cuando estamos trabajando: leer libros, ver películas, hacer visitas guiadas, etc. Todo esto está muy bien, pero la pregunta que nos tenemos que hacer es si estamos presentes mientras estamos haciendo estas cosas. ¿Estamos atendiendo a nuestros seres queridos, al sabor de lo que estamos comiendo, a la vista que tenemos delante?
La tendencia de nuestros cerebros de viajar en el tiempo es totalmente natural y, de hecho, es contraproducente luchar contra ella. Larry Rosenberg resume la práctica de Mindfulness de la siguiente manera:
- Cuando sea posible, haz sólo una cosa a la vez.
- Presta atención plena a lo que estás haciendo.
- Cuando divague la mente de lo que estás haciendo, tráela de nuevo.
- Repite paso 3 varios billones de veces.
- Investiga tus distracciones (con curiosidad, amabilidad y ecuanimidad).
Si practicamos de esta manera una y otra vez, empezamos a darnos cuenta de cuándo no estamos presentes, esto nos abre la posibilidad de decidir volver. Entrenamos la capacidad de volver al momento presente, no la capacidad de permanecer en él.
VaCASAciones (“Staycations”)
Como soy un inglés afincado en Madrid, cuando voy de vacaciones me parece irónico que muchos de mis paisanos veraneen donde yo vivo el resto del año. Esto me ha hecho preguntarme: ¿Por qué necesito irme de vacaciones a otro sitio? ¿Es para poder disfrutar de otras experiencias o es para escapar de algo? De nuevo, la clave es la actitud. En teoría, es posible irnos de vacaciones de nuestra manera de pensar habitual, sin dejar la oficina. Esta actitud es la de la mente del principiante y es una de las actitudes que fomentamos con la práctica de Mindfulness. No es que trabajemos como si no supiéramos nada de lo que estamos haciendo, sino que lo hacemos con la misma curiosidad y apertura que tuvimos el primera día.
Ojalá estuviera aquí yo
La intención de la práctica de Mindfulness es quedarnos con la experiencia directa que surge momento a momento, tal como es. No se trata de irnos de vacaciones en nuestras cabezas, imaginando un lugar tranquilo y agradable. Puede que haya elementos de nuestra experiencia que nos “hagan” querer estar en ese otro lugar. Por ejemplo, ir a trabajar a 40 grados en agosto “hace” que deseemos estar en la playa. ¿Quién provoca este deseo, la experiencia en sí o nuestra reacción a ella? ¿El deseo de estar en otro lugar nos ayuda a tolerar el calor o lo hace más insoportable? Mindfulness nos ayuda separar la parte de nuestra experiencia que no nos gusta, del sufrimiento extra provocado por nuestras propias reacciones. A veces, esa sensación de necesitar unas vacaciones es una reacción que llevamos con nosotros en la maleta. No siempre podemos cambiar nuestra experiencia a ser como queramos, pero Mindfulness nos proporciona herramientas para gestionar de una manera más sabía nuestras reacciones a ella.
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