Mindful or Mind full?
Hoy en día podemos aprovechar cada momento de nuestras vidas para hacer algo; ya no hay “tiempos muertos”. ¿Somos realmente tan eficientes como pensamos? Y ¿qué precio pagamos en términos de nuestro bienestar?
Cuanta más información mejor… ¿o no?
Gracias a las nuevas tecnologías, hay más bien un exceso de estímulos que una carencia. Como bien sabe Google, el problema ha pasado de ser cómo encontrar información a cómo ordenarla o filtrarla. Tendemos a calificar como negativa la ausencia de estímulos – hablamos del aburrimiento, de los silencios incómodos, del adormecimiento – pero la ausencia es tan importante como la presencia. La ausencia es precisamente lo que da un significado a la presencia. Un ejemplo es la representación de información en la memoria de un ordenador como una serie de 1s y 0s: sin los 0s la información deja de tener sentido.
Shhhh… ¡Silencio!
Según el diccionario, el silencio puede referirse a la ausencia de sonidos o a la ausencia de opiniones o manifestaciones. Echo de menos una palabra que signifique la ausencia de cualquier tipo de estímulo, señal o información.
El sonido del silencio
El ejemplo más llamativo del uso del silencio en la música es una pieza de música llamada “4:33” compuesta por John Cage, que consiste en 4 minutos y 33 segundos de silencio entre el sonido de abrir y cerrar la tapa del piano. ¿Le provocará más o menos emociones y pensamientos a un oyente que escuchar “Despacito” de Fonsi? En el jazz, podemos entender por silencio la ausencia de una nota del tema. Puede crear en el oyente una sorpresa ante la expectativa, o la nota ausente puede ser inferida por las demás notas que suenan, como si se hubiera tocado. Ejemplos sobran, pero uno de mis preferidos es “My favourite things” de John Coltrane.
Los músicos también pueden jugar con las pequeñas pausas entre las notas para crear un efecto de síncopa. Cuando se aplica a la lengua, significa la “supresión o pérdida de uno o más sonidos en el interior de una palabra.”. Los silencios entre notas son tan importantes como las notas en sí, para que éstas se puedan apreciar plenamente.
“No existen notas equivocadas en el jazz: solo notas en los sitios equivocados.”
— Miles Davis
Impresionarte
¿A qué se puede referir el silencio en un cuadro? Se podría entender como la ausencia de una pincelada: una pincelada que está inferida por el contexto y por las demás pinceladas. Los impresionistas aprovechaban la capacidad del cerebro del espectador para rellenar los detalles ausentes desde su propia experiencia visual. De este modo, nadie verá un cuadro de la misma manera que los demás a pesar de estar todo el mundo de acuerdo en cuanto a qué representa.
Una buena conversación
Piensa en la última vez que tuviste una buena conversación con alguien. Con independencia del tema de la conversación, seguramente sentías una conexión especial y os estabais escuchando con atención plena. No sentías la presión de interrumpir al otro/a o de rellenar los silencios con palabras para no perder la oportunidad de decir lo tuyo. Podías permitirte dejar pausas para que él o ella pudiera asimilar lo que estabas diciendo. Podías atender a sus palabras sin estar formulando a la vez lo que ibas a decir a continuación, con la confianza de que te vendría a la mente en el momento adecuado. Además, si prestamos más atención a la persona con quien estamos hablando, podemos ser consciente de la comunicación no verbal. Qué proporción de la conversación es no verbal depende mucho de las personas, el contexto y la cultura, pero puede ser una parte muy significativa.
Como las notas o las pinceladas inferidas, hay ciertas cosas que nos cuesta tanto expresar – o porque son difíciles, sutiles o complejas – que se puedan entender mejor si no se dicen. Pero si no hay ese espacio para dejar una pausa, las cosas sin decir pasan desapercibidas. El silencio es algo precioso y frágil. Vivimos en unos tiempos en que cada vez más gente tiene una voz – lo que es bueno – pero esto crea ansiedad de ser escuchado. A veces los que más hablan tienen menos que decir, mientras que lo que dicen los de hablar más suave habla por sí mismo.
Una escena “Pinteresca”
El dramaturgo Harold Pinter tiene fama por los silencios en sus obras.
“(…) El texto habla de un lenguaje que lo subyace. Es una referencia continua. El texto que oímos es una indicación de lo que no oímos.”
— Harold Pinter
Sir Peter Hall, el director de teatro, dice de Pinter:
“Una pausa en una obra de Pinter es tan importante como una línea. Todas están por alguna razón. Unos puntos suspensivos son una duda, una pausa es una crisis bastante mundana y un silencio es algún tipo de crisis.”
El maestro de la pausa dramática
En el teatro, hay que ser muy valiente para dejar una pausa, porque la audiencia puede pensar que el actor se ha quedado en blanco y empezar a impacientarse. En el cine, el silencio se ha usado con mucho efecto dramático – desde “2001”, que carece de diálogo durante los primeros 25 minutos, hasta “Rescatando al soldado Ryan”, que no tiene música de acompañamiento, sino un silencio durante las explosiones que te deja sordo/a.
Más que el silencio, Hitchcock aprovechó la ausencia de sonido para aumentar la tensión en sus películas. Por ejemplo, en la película “Con la muerte en los talones”, el personaje de Cary Grant acompaña al profesor al avión, cuando el sonido de los motores tapa por completo una parte de la conversación: la audiencia se queda con el suspense de no saber qué están diciendo.
El año pasado asistí al Festival de Cine de la Cañada Real. La Cañada Real es una área de asentamiento informal de unos 16 kilómetros de largo, de los cuales 1.5 forman el mayor punto de venta de droga en España. Conviven personas de culturas muy diversas como gitanos, magrebíes y payos. Muchos niños de la Cañada Real tienen que lidiar con problemas que no corresponden a su edad. Poco sorprendente fue, entonces, que durante el pase de “Tadeo Jones” no se podían quedar quietos ni un minuto. Pero para la clausura del festival, se decidió poner una película muda de Charlie Chaplin. Me asombró y me conmovió ver que los niños se quedaron totalmente absortos por la película.
El mito de que sólo usamos el 10% del cerebro
Sí, es un mito, pero sería estupendo que hubiera un 90% del cerebro en estado latente. Si lo pudiéramos aprovechar, seríamos como Scarlett Johansson en “Lucy”. Como los 1s y los 0s de la memoria de un ordenador, las conexiones inexistentes entre neuronas en nuestros cerebros representan una información del mismo modo que las conexiones presentes entre ellas. No tiene sentido llenar nuestros cerebros de información sólo porque sí. Cuando pensamos en algo, formamos conexiones neuronales que facilitan ese pensamiento. Como consecuencia, cuanto más pensamos, más tendemos a pensar. Por eso, calmar los pensamientos no es tan fácil como bajar el volumen de una radio. Tenemos una gran capacidad para filtrar los sonidos. Si te paras ahora y prestas atención a todos los sonidos a tu alrededor, te puede sorprender cuanto estás filtrando sin darte cuenta. Calmar la mente, sin embargo, requiere práctica y es con esto que nos puede ayudar Mindfulness.
El momento “¡Eureka!”
Según la leyenda, le ocurrió a Archimedes cuando estaba bañándose y no cuando estaba buscando una solución al problema que le había planteado el rey. La innovación y la creatividad son, por definición, procesos para crear algo nuevo. Precisamente no se trata de recurrir a los mismos caminos neuronales de siempre, sino de crear nuevos. La creatividad surge en ese pequeño espacio entre pensamientos, cuando sencillamente sabemos algo antes de pensarlo, como si nos hubiera caído del cielo. Cuanto más buscamos la solución a algunos problemas, más elusivos son esos pequeños espacios.
Los silencios incómodos
¿Qué tiene de incómodo un silencio? ¿Puede ser la sensación de incertidumbre que acompaña al hecho de no saber qué hacer? ¿O la impotencia que sentimos ante una persona que está sufriendo y a quien queremos ayudar? A veces nos impulsa a hacer o decir algo – lo que sea – para no sentir esa incomodidad, ¿pero es realmente la mejor opción? Decidir no hacer algo también es una decisión, si lo hacemos de manera consciente.
Mindfulness y el silencio
A lo largo de los tiempos, ha habido personas que se han retirado del mundo en búsqueda del silencio y el sosiego. Para algunos, puede ser el trabajo más duro que han hecho, estar con lo que queda cuando no hay ningún estímulo externo para distraerse. Pero si nunca vuelven o, al volver, pierden la tranquilidad, ¿no es buscar el silencio otra forma de evitación?
La práctica de Mindfulness no tiene ningún sentido si no trae beneficios a nuestra vida “real”. Realizamos algunas prácticas en silencio porque resulta más fácil – sobre todo al principio – prestar atención a nuestra experiencia momento a momento, pero de nada sirve si no podemos trasladar esa capacidad a nuestro día a día completo con todo su jaleo. Si hay ruidos durante la práctica, en vez de considerar que son interrupciones molestas, podemos incorporarlos a la práctica y notar qué pensamientos y emociones surgen. El refrán en inglés “grist to the mill” (molienda para el molino) nos recuerda que estas pequeñas “trabas” alimentan nuestra práctica de Mindfulness.
3 comentarios sobre “¿Atención plena o atención llena?: El silencio”